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El Ensayo de Perseo es un juego de representación, una puesta en escena donde se insinúa la realidad y la ilusión, un juego de palabras entre el pasado y la imagen construida a partir de la mirada de los símbolos de poder a personajes convertidos en emblemas.

 

En esta exposición se representa la ausencia del cuerpo, se cuestiona tácitamente el poder de la imagen en el espacio de la instalación y se interroga acerca del transitar de las cosas.    

El Ensayo de Perseo es una instalación dominada por el suspenso. Un grupo de cabezas tiradas en el suelo retratan al gobernante máximo del país, el presidente Juan Manuel Santos en un gesto de alerta y atención con una enigmática sonrisa. Solo una de ellas está en pie, flotando fantasmal en la sala oscurecida de la sede centro de la Alianza Francesa de Bogotá. Cada cabeza simula el haber sido realizada en un material diferente: Bronce, mármol, plata, piedra de cantera.

 

El comentario es tan frio y sutil que realmente no sabemos si el retratado es homenajeado, burlado o criticado. La sonrisa eterna quizá nos diga que es el quien se ríe de nosotros, pero es evidente que el artista va más allá de lo exclusivamente personal –lo que pensemos o no de Santos- para proponer una reflexión sobre la representación, la escultura, la memoria y el poder.

 

Hernando Velandia es lo suficientemente hábil para ocupar el lugar del escultor tradicional – largamente olvidado en nuestra historia del arte nacional -; para hacerle el juego a el maniqueísmo del hoy llamado “arte político” que divide el mundo en buenos y malos; y para proponer en términos espaciales una composición formal exacta y mesurada, pero a la vez múltiple y reproducible, una especie de célula, una unidad cerrada, un lugar virtual y a la vez un clima sólidamente real. En este Ensayo de Perseo no podremos deducir quien es el héroe y quien la medusa –ausente en este cuarto de espejos- pero se nos invita a imaginar de nuevo y quizá de manera inédita la complejidad de las relaciones entre los individuos, las instituciones, la democracia, la omnipresencia de la imagen en el discurso político hoy, y el poder.

 

Curaduría 

 

Santiago Rueda

Reflexiones

Se ve estática, es una cabeza que parece arrancada del cuerpo, violentada, tal vez un trofeo. Se podría pensar que hubiera rodado hasta llegar a ese punto de la historia o de la realidad. Esta obra pretende reflexionar sobre el cómo representar la ausencia del cuerpo, todo tipo de cuerpo, humano, social o político.

 

El poder ha tendido a mostrar siempre dos tipos de cabeza: la de sus héroes - la del mismo poder - y la de quienes se les oponen. La tecnología del poder soberano de mostrar la cabeza decapitada o empalada de sus enemigos cae en desuso, duraba muy poco. Era más efectivo desaparecer los cuerpos: la advertencia duraba lo que dura la ausencia de aquel quien osaba enfrentarse al poder. Representar la cabeza ausente de los desaparecidos es papel del amarillismo periodístico. Por esta razón tomo una cabeza visible del poder, una cabeza que no perdería su cuerpo, que contiene un cuerpo significativo, que tiene la fuerza que le otorgan los medios y desde este icono trato de mostrar esa realidad de la ausencia.

    

Al construir esta pieza en diferentes materiales se muestran unas ruinas. La historia del progreso deja ruinas a sus pies, lo que podría quedar de una caída de un imperio o el derrocamiento de un dictador. Aquí la historia funciona como un pretexto de la recuperación de las ruinas para apropiarme de una simulación, la cual trata de poner en juego la representación con algo que podría ser real. La memoria posible acá construida es una ruina impecable, donde los diferentes materiales en un miso objeto nos generan un tiempo y un espacio, con el pretexto de un discurso político y también plástico. Sin ser un reportero de la realidad, al tomar un icono de los medios, finalmente se pierde el referente y se construye un espacio que reflexiona sobre la violencia del cuerpo sin cabeza y viceversa. La desaparición del cuerpo político y el exceso de memoria monumental frente a la carencia de dicha memoria para el rostro ausente de los desaparecidos.

 

En algún momento el espectador se preguntará dónde está el cuerpo o hasta dónde va la sombra del monumento, una reflexión sobre lo que vemos y los cambios que generan propuestas que indagan sobre materiales, memoria y formas de instalación.

 

Hernando Velandia Guerrero.

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